Un espectáculo que reconstruye, detalle a detalle, una hora cualquiera, quizás la más importante o la más insignificante de una vida que vista desde fuera no es más que una comedia, como la historia de cada quien, protagonizada por un anónimo soñador. Veremos cuan poco “romántico” es el amor cuando se ama de verdad, asistiremos a la lucha que hace de un hombre un héroe sin darse cuenta y nos sorprenderemos al ver cuantas cosas hay que recordar para no perder el hilo de la propia vida. El protagonista soñador de “Una historia insignificante” conquista el público convirtiéndolo en el cómplice de su extravagante cotidianidad y lo hará sonreír de ternura mientras se ríe de él y llora por él. “Una historia insignificante” es, como dijo del tango Enrique Santos Discépolo, “un pensamiento triste que se baila”.
Para un público con ganas de reír y sin miedo a llorar.