La actriz Silvia Marsó junto al elenco formado por Marcial Álvarez, Iván Hermés, Mariana Cordero y bajo la dirección del veterano Miguel Narros, interpretarán Yerma, una de las grandes obras del teatro universal, cuyo estreno nacional tendrá lugar este próximo fin de semana en el Teatro Romea.
Elogiada por la mejor crítica, desde Unamuno a E. Díez-Canedo, Yerma (1934) es, tal como la definiera el propio Federico García Lorca, «la imagen de la fecundidad castigada a la esterilidad» dentro de ese dramático juego universal en el que se mueven las criaturas lorquianas: la oposición entre las fuerzas de la vida, con su destino de libertad, y la opresión que sobre esas fuerzas se vuelca incluso hasta llegar a la muerte.
El rol social de la mujer en un pueblo español a principios del siglo XX parece estar condenada a las labores domésticas y la maternidad, delineando esta perspectiva la estructura familiar. La pieza teatral que se origina en el libro, fue escrita por Federico García Lorca en el año 1924 y puesta en escena por primera vez en Madrid bajo la interpretación de Margarita Xirgu. En Yerma los prejuicios sociales toman cuerpo en el personaje femenino que da nombre a la obra y van construyendo la narración a través de sus padecimientos y reflexiones.
Miguel Narros, uno de los directores más prolíficos de la escena española, nació en Madrid en 1928. Con catorce años ingresa en la compañía de Teatro Nacional María Guerrero, donde inicia su formación como actor. Su inquietud y cierto sentido viajero le llevan a París, donde ingresa en el Teatro Nacional Popular de Jean Vilar. Allí entra en contacto con las compañías y los artistas más destacados del momento, aunque decide volver a España con la idea de comenzar a dirigir. De regreso a nuestro país desarrolla su carrera como actor hasta que da su primer salto a la dirección en el Teatro Popular Universitario. Se traslada a Barcelona donde funda el Pequeño Teatro, y estrena Réquiem para una mujer y El triunfo del amor. Su regreso a Madrid está marcado por el estreno de Historia de un soldado de Stravinsky, obra que dirige con Antonio Gades en el papel protagonista.
De esos años también son los montajes de Fedra, La señorita Julia y La rosa tatuada. En1961 crea y dirige el Teatro Estudio de Madrid, el TEM, una irrepetible escuela de actores de la que salieron Ana Belén, Eusebio Poncela, y directores como José Carlos Plaza.
En 1964 se hace cargo de la dirección del Teatro Español de Madrid, donde debuta con Numancia de Cervantes y dirige también El Rey Lear, entre otros. En 1965 recibe el Premio Nacional de Teatro. Abandona la dirección del Español en 1971 y recupera Sabor a miel, de Shelagh Delaney, una pieza que ya dirigió en la década de los 60.