Basado en uno de los capítulos más conocidos de la obra cumbre de la literatura española El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, El Retablo de Maese Pedro consigue captar el espíritu del protagonista de la célebre novela cervantina, colocándolo en una representación de títeres de la que acaba formando parte, debido a su incapacidad para distinguir entre ficción y realidad.
La versión operística que Manuel de Falla hizo de este popular relato se estrenó en París, en 1923. Posteriormente, Hermenegildo Lanz, abuelo del director de la actual puesta en escena, se ocupó de la realización de los títeres y parte de la escenografía de la representación de esta misma ópera en la gira que realizó la Orquesta Bética, durante esa misma época.
Ahora, en esta coproducción con el Teatro Real, de Madrid, y el Teatre del Liceu, de Barcelona, la compañía Etcétera, dirigida por Enrique Lanz, pretende con su escenificación, reinterpretar y revisar, desde nuestro tiempo, las iconografías medieval y barroca; y de cierta forma idealizar o reinventar la tan poco conocida titeresca medieval.
En este espectáculo, Enrique Lanz ha querido jugar desde el comienzo con el espectador, dilatando y distorsionando los límites de la realidad, creando un continuo juego de sorpresas visuales, de trampantojo y de ilusiones de verosimilitud. Este concepto, con el que Lanz ha articulado su personal visión de El retablo de Maese Pedro, es también un claro eco de la fábula quijotesca.
La escenificación de El Retablo de Maese Pedro estará precedida por el concierto El Amor Brujo, también de Manuel de Falla, que interpretará la mezzosoprano Inés Olabarría, acompañada de la Orquesta Sinfónica de Jumilla, dirigida por Nicolás Gálvez. El Amor Brujo refleja el misticismo de la cultura gitana, con momentos de gran belleza y originalidad, en una suite orquestal para ballet que se nutre de las canciones y las danzas populares.